domingo, 27 de diciembre de 2015

Una mujer de 38 años sufre la mordida de un tiburón cuando nadaba por Arinaga

Una mujer de 38 años residente en Madrid ha sufrido este viernes la mordedura de lo que parece ser un tiburón mientras nadaba a unos 20 metros de la costa de Risco Verde de Arinaga, ubicada en el municipio grancanario de Agüimes, según ha asegurado en su cuenta de la red social Twitter, donde muestra la imagen de su brazo tras el ataque. Cristina Ojeda relata a Canarias Ahora que se encontraba pasando las vacaciones de Navidad junto a unos familiares en la localidad cuando decidió darse un baño en el mar. Tras adentrarse unos metros notó cómo “un bicho” se lanzó a su brazo izquierdo cuando daba una brazada. Según relata, mientras lo tenía enganchado en el brazo, pudo ver que se trataba de un ejemplar de color “gris-marrón” y que tenía un tamaño grande, ya que “pegó un aletazo que me llegó a la pierna y yo mido 1,70 de altura”. Al momento, le dio un golpe con la mano que tenía libre y el espécimen se zafó y volvió a sumergirse en las profundidades. “Metí la cabeza para ver hacia dónde había ido, sobre todo para saber si volvía, pero no lo volví a ver, lo que me dio mucha pena”, recuerda entre risas Ojeda, aficionada al buceo. Una vez salió del agua acudió a un centro de salud, donde recibió puntos y los servicios sanitarios le prescribieron antibióticos que “me voy a tener que tomar hasta Año Nuevo”. La afectada, que es médico, afirma que su herida no reviste gravedad, aunque añade que “tuve suerte, porque siendo el antebrazo, según cómo podían haber ido los dientes, me podía haber seccionado algún tendón y hubiera estado ingresada probablemente en el hospital”. Ojeda asegura que ni ella ni su familia, residente en la zona, habían escuchado que algo semejante hubiera pasado en la localidad. Un hecho "aislado" Algo que corroboran tanto el biólogo y director del Centro de Recuperación de Fauna Salvaje del Cabildo de Gran Canaria, Pascual Calabuig, como el presidente de la Alianza por los Tiburones de Canarias, Fernando Frías, que asegura que es la primera vez que sucede un hecho de este tipo en la isla y lo califica como “aislado”. Frías asegura que la incredulidad inicial que le provocó la noticia se despejó después de visitar este sábado a Ojeda y ver sus heridas, tras lo que llegó a la conclusión de que el ataque pudo ser perpetrado por un tiburón sedoso (Carcharhinus falciformis) de entre 1,8 y dos metros. Este tipo de especie, detalla, suele tratar de tragar la presa entera y no cortarla. Al percatarse solo de la brazada que entraba en el agua y pensar que se trataba de una única pieza, “ha dado dos o tres mordidas intentando engullir el brazo entero y no lo ha conseguido”, apostilla. Sobre los motivos por los que ha podido suceder algo así, explica que Arinaga está situada entre dos piscifactorías, una ubicada en Tufia y otra en el Castillo del Romeral, que atraen a este tipo de especímenes “más oportunistas” que los marrajos, que prefieren mantenerse en alta mar. Aunque “nadie sabe explicar por qué”, cree que la calima, las temperaturas y el viento pudieron ocasionar que especies más pequeñas se acercaran a la costa y el tiburón las siguiera. Frías asegura que, pese a que nadan por las islas, los tiburones no se acercan a la orilla y se suelen quedar a una mayor distancia que los 20 metros a los que se encontraba la afectada en el momento en que sufrió la mordida. Insiste en que se trata de un hecho “totalmente aislado” y duda de que “ algo así vuelva a ocurrir en los próximos 50 años”, por lo que insta a los ciudadanos a “no tener miedo, porque este es uno de los mejores puntos para hacer natación y para bucear”. “Mucha gente viene aquí para bucear con tiburones, como los angelotes, pero yo nunca he tenido la suerte de encontrarme con un sedoso, aunque me gustaría muchísimo”, mantiene. Preguntado al respecto, Calabuig prefiere mantenerse a la espera de contar con más información, debido a que “en estas aguas algo así nunca ha ocurrido” y considera lo sucedido como “muy raro”. Aunque no señala ninguna relación directa, puntualiza que las elevadas temperaturas derivadas del cambio climático pueden atraer a especies que no suelen nadar por aguas canarias. “Ya se están viendo especies que antes no se veían, hay animales que se quedaban antes en Cabo Verde y ahora se están viendo por aquí, como peces, invertebrados, delfines…”, concluye.

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