Hallan en una bolsa el cadáver de Candela Rodríguez, la niña argentina desaparecida

Ramy Wurgaft | Buenos Aires


Uno de los peritos de la Policía Científica salió del laboratorio-móvil y con un gesto ostensible de furia, arrojó al suelo los guantes de látex. Fue el primer indicio de que el drama que mantenía en vilo a los argentinos había tenido un trágico desenlace. Al cabo de un rato, Carola Labrador emergió del mismo furgón, sostenida por un familiar.

"Prometiste que me la devolverías con vida", gritó esa madre, asiendo por la solapa a Daniel Scioli, el gobernador de la provincia de Buenos Aires, que en su conmoción ni siquiera intentaba zafarse.

Al ver a la madre en ese estado, los periodistas y los curiosos que se agolpaban junto al vehículo, entendieron que el cuerpo sin vida que los peritos examinaban, correspondía a Candela Sol Rodríguez. Pese a que tenía el rostro desfigurado, su madre no tardó un instante en reconocerla.
Extorsiones

Treinta y seis horas antes, Carola le había entregado a un secretario del gobernador la grabación de la llamada telefónica de un desconocido, presuntamente uno de los secuestradores de la niña, quien le advertía "Devolvé la plata o la mato".

El lunes 22 de agosto, Carola, de 11 años, salió de su casa en el barrio de Hurlingham, al sur de Buenos Aires, para reunirse con unas amiguitas de su grupo de scout. El último en verla con vida fue el dueño de un quiosco donde la chica compraba golosinas.

El clamor de la madre y de los vecinos de una comunidad donde todos se conocen, indujo a la Policía Federal a montar un operativo sin precedentes en cuanto al número y al rango de los efectivos que se involucraron en la búsqueda. En los últimos días, cerca de mil agentes, casi todos oficiales con amplia experiencia, rastrillaron la zona, buscando cualquier indicio para dar con la chica.
Operativo de búsqueda sin precedentes

El gobernador y el ministro de Seguridad de la Provincia, Ricardo Casal, participaron en la búsqueda junto con la plana mayor de la Policía. La madre de la desaparecida fue recibida en la Casa Rosada por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, quien la llamó varias veces por teléfono para alentarla.

En las iglesias se oficiaron misas y se encendieron velas por la salud de Candela. Todo fue inútil.

Cerca de las 16 horas de este miércoles, una mujer que recolectaba cajones en un descampado, a pocos metros de la autopista que lleva a Luján, y a 30 cuadras del domicilio de la niña, halló un cuerpo dentro de una bolsa de polietileno. Un vecino llamó a emergencias y al cabo de un rato la Policía acordonó la zona y levantó una barrera en la autopista.

Un helicóptero aterrizó en el lugar, trayendo a Marcelo Tavaloro y a Federico Nieva Goodgate, los fiscales a cargo de las operaciones de búsqueda. El cuerpo que yacía en una camilla, dentro del móvil, era el de una niña desnuda con el cuello seccionado. Las pericias in situ indican que Candela llevaba 36 horas muerta, cuando arrojaron su cuerpo a un costado del camino.
Investigación

En el barrio donde vivía, los vecinos se volcaron a la calle, no para reclamar justicia sino venganza. "Nada de cárcel ni de juicios. ¡Que nos entreguen ya a las bestias!", clamaba la gente, fuera de sí.

Las autoridades bonaerenses ofrecían una recompensa de hasta 100.000 pesos (23.753 dólares) para obtener datos veraces sobre el paradero de la niña.

El padre de Candela, quien cumple condena por robo de vehículos, declaró el jueves pasado ante la Justicia y aportó algunos datos, que no condujeron a los investigadores a ninguna pista firme.

La Justicia volvió a convocar este miércoles al padre de la niña para que declare con el fin de determinar si el hombre conoce a quienes asesinaron a la pequeña.

En la pequeña casa de la familia Rodríguez, con el retrato de Candela pegado en la ventana, las luces estaban apagadas. La organización Missing Children informó que el caso de Candela eleva a 210 la cifra de niños desaparecidos en Argentina.