jueves, 27 de septiembre de 2012

Una mujer alemana mata a sus cinco hijos al poco de nacer y esconde sus cuerpos

La policía alemana ha anunciado en un comunicado la noticia de la detención de una mujer alemana de 28 años que asesinó a sus cinco hijos y ocultó los cadáveres. Tras analizar los cuerpos de dos de sus hijos encontrados, el primero, en una fábrica de reciclaje de papel en 2006 y, el segundo, en un aparcamiento en 2007, se llevaron a cabo pruebas de ADN y test de saliva a centenares de mujeres del norte de Alemania hasta dar con la responsable de este delito. Pero la mujer ha reconocido que los delitos no acaban aquí, sino que mató a otros tres hijos nacidos después de 2007, cuyos cadáveres se han encontrado en el sótano de su casa (en Husum; norte de Alemania). La razón a la que se acoge es que su marido no quería tener más hijos y por miedo a que la abandonara, sin decirle a él que estaba embarazada, decidió matarlos. El marido está recibiendo tratamiento psiquiátrico y asegura que no notó nunca que su mujer estuviese embarazada por lo que, de momento, la única persona implicada en los hechos es la madre de los pequeños muertos. La joven madre declaró ante el juez el miércoles y será imputada por cinco homicidios voluntarios. La acusada ya está en prisión preventiva. El matrimonio tiene otros dos hijos, uno de 8 y otro de 10. No es el único caso que conmocionó a Alemania. Otro caso es el de la ciudadana alemana Sabine Hilschenz que fue condenada a 15 años de cárcel por haber asesinado a nueve de sus trece hijos recién nacidos y ocultar sus cadáveres durante años. Se probó la culpabilidad de Hilschenz en ocho de los casos. La infanticida no fue juzgada por uno de los casos por haber prescrito antes de que empezara el juicio. Siempre seguía el mismo procedimiento. Se emborrachaba cuando empezaban los dolores del parto, daba a luz en secreto, envolvía a los recién nacidos en toallas y cuando estaba segura de que estaban muertos, los metía en bolsas de plástico y los enterraba en el balcón en maceteros, donde cultivaba tomates y hierbas. En uno de los casos, la acusada congeló durante un año el cadáver de un recién nacido y luego lo enterró. El caso, permaneció oculto durante 13 años, después del nacimiento y la muerte del primero de los bebés, y salió a la luz tras recibir la policía la llamada de un testigo que sostenía haber encontrado, mientras limpiaba un garaje, algo que podía ser huesos de un niño. Los forenses calculan que los nacimientos ocurrieron entre 1992 y 1998.

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