Una deflagración, a media tarde del martes, en una
mina de carbón de la provincia de Manisa, al oeste de Turquía, provocó
el derrumbe de varias galerías. Según el último parte del ministro de
Energía, Taner Yildiz, hay por el momento 201 mineros muertos y 80 heridos,
cuatro de ellos en estado crítico. Es la mayor catástrofe minera de la
última década en un país golpeado periódicamente por el drama de la
siniestralidad laboral.
"Es terrible. Dentro están todos muertos", lamentaba entrada la madrugada, a la prensa, un miembro de los equipos de rescate que trabajan a destajo en el lugar. Sus palabras hacen pensar en que la cifra de fallecidos podría aumentar en las próximas horas. En el instante del accidente según Yildiz, había 787 trabajadores dentro de la mina. Más de 360 ya han sido rescatados.
Las horas siguientes a la detonación se convirtieron en una lucha dramática a contrarreloj para rescatar a los que quedaban dentro, que salían con cuentagotas y entre lágrimas de hollín del agujero negro. Equipos de bomberos, especialistas de la Autoridad Carbonera de Turquía y unidades de la Media Luna Roja se desplazaron hasta el distrito de Soma, donde tuvo lugar el suceso.
"El fuego está generando problemas, pero se está bombeando oxígeno en las zonas de la mina no afectadas", explicó a la prensa el ministro de Energía, Taner Yildiz. La falta de electricidad dejó las entrañas de la mina a oscuras e inutilizó los sistemas de elevación, cosa que dificultó las tareas de salvamento.
Soma, una zona minera cuyas extracciones alimentan una central
térmica cercana, pasó la noche sumida en la conmoción. Cientos de
vecinos en llanto inundaban las inmediaciones de la mina y de los
centros hospitalarios que acogían a los heridos. Debido a la saturación de cadáveres, algunos de los cuerpos tuvieron que guardarse en frigoríficos industriales usados normalmente para depositar verduras.
La versión inicial, publicada por los medios locales, hablaba de un incendio provocado por la explosión de un transformador. Un superviviente, a través de CNNTürk, señaló la posibilidad de que una entrada de aire del exterior hubiese facilitado la inflamación de grisú, abundante en las minas de carbón. Se trata de una mezcla de metano con otros gases que, en función de la proporción de sus elementos, puede arder, estallar o asfixiar.
"Las operaciones de rescate comenzaron tan pronto como supimos del accidente" declaró el primer ministro Recep Tayyip Erdogan, por televisión, en un mensaje en el que mandó también sus condolencias a las familias de los muertos. Tanto el premier turco como el líder de la oposición, Kemal Kiliçdaroglu, han cancelado sus respectivas agendas para acudir el miércoles a Soma.
"Estamos hablando de una mina abierta recientemente, que pasó su última revisión, sin problemas, en enero de este año", denuncia a EL MUNDO Kivanç Eliaçik, responsable de relaciones internacionales de la Confederación de Sindicatos Revolucionarios (DISK). "Para colmo, en una región minera como esta, ni siquiera el hospital tiene los equipos adecuados para atender un incidente así", añade.
Cerca de 6.500 mineros trabajan en esta explotación privada, una de las mayores de la zona. Pero a pesar de todo, ni siquiera la propietaria de las galerías, Empresa Carbonera de Soma, que ha anunciado la apertura de una investigación, no supo dar hasta la noche una cifra exacta de trabajadores que estaban en apuros tierra adentro, a dos mil metros de profundidad.
De acuerdo a datos publicados por CNNTürk, más de 3.000 mineros han muerto en accidentes laborales desde el año 1941. En ese mismo periodo, la cifra de heridos en esos incidentes supera los 100.000. Las denuncias por las malas condiciones laborales en el sector minero, así como los pírricos salarios, son recurrentes. Turquía es el tercer país del mundo en cuanto a accidentes laborales se trata.
Los sindicatos denuncian a menudo la falta de supervisión de las actividades mineras, especialmente la subcontratación de empleados sin experiencia. No muy lejos permanece, en el recuerdo, el terrible accidente de una mina de carbón en la provincia norteña de Zonguldak, otra en la que predominan las explotaciones mineras.
El 17 de mayo de 2010, 30 trabajadores perecieron allí por la inflamación de grisú. El trance fue especialmente polémico porque, tras el suceso, el ministro de entonces de Seguridad Social y Laboral, Ömer Dinçer, aseguró que algunos de los fallecidos habían muerto "bellamente", pues no tenían quemaduras. Erdogan acrecentó la indignación al indicar que la muerte era, "desgraciadamente", el destino de los mineros.
"La semana pasada, durante un simposio sobre salud y seguridad ocupacional, el ministro de Trabajo se mostró orgulloso del 'progreso' alcanzado", remacha Kivanç Eliaçik. Al cierre de esta edición, numerosos ciudadanos turcos, a través de las redes sociales, se están convocando para protestar en diversas ciudades del país contra la falta de controles de seguridad en las minas.
"Es terrible. Dentro están todos muertos", lamentaba entrada la madrugada, a la prensa, un miembro de los equipos de rescate que trabajan a destajo en el lugar. Sus palabras hacen pensar en que la cifra de fallecidos podría aumentar en las próximas horas. En el instante del accidente según Yildiz, había 787 trabajadores dentro de la mina. Más de 360 ya han sido rescatados.
Las horas siguientes a la detonación se convirtieron en una lucha dramática a contrarreloj para rescatar a los que quedaban dentro, que salían con cuentagotas y entre lágrimas de hollín del agujero negro. Equipos de bomberos, especialistas de la Autoridad Carbonera de Turquía y unidades de la Media Luna Roja se desplazaron hasta el distrito de Soma, donde tuvo lugar el suceso.
"El fuego está generando problemas, pero se está bombeando oxígeno en las zonas de la mina no afectadas", explicó a la prensa el ministro de Energía, Taner Yildiz. La falta de electricidad dejó las entrañas de la mina a oscuras e inutilizó los sistemas de elevación, cosa que dificultó las tareas de salvamento.
Conmoción
La versión inicial, publicada por los medios locales, hablaba de un incendio provocado por la explosión de un transformador. Un superviviente, a través de CNNTürk, señaló la posibilidad de que una entrada de aire del exterior hubiese facilitado la inflamación de grisú, abundante en las minas de carbón. Se trata de una mezcla de metano con otros gases que, en función de la proporción de sus elementos, puede arder, estallar o asfixiar.
"Las operaciones de rescate comenzaron tan pronto como supimos del accidente" declaró el primer ministro Recep Tayyip Erdogan, por televisión, en un mensaje en el que mandó también sus condolencias a las familias de los muertos. Tanto el premier turco como el líder de la oposición, Kemal Kiliçdaroglu, han cancelado sus respectivas agendas para acudir el miércoles a Soma.
"Estamos hablando de una mina abierta recientemente, que pasó su última revisión, sin problemas, en enero de este año", denuncia a EL MUNDO Kivanç Eliaçik, responsable de relaciones internacionales de la Confederación de Sindicatos Revolucionarios (DISK). "Para colmo, en una región minera como esta, ni siquiera el hospital tiene los equipos adecuados para atender un incidente así", añade.
Cerca de 6.500 mineros trabajan en esta explotación privada, una de las mayores de la zona. Pero a pesar de todo, ni siquiera la propietaria de las galerías, Empresa Carbonera de Soma, que ha anunciado la apertura de una investigación, no supo dar hasta la noche una cifra exacta de trabajadores que estaban en apuros tierra adentro, a dos mil metros de profundidad.
Precariedad laboral
"La inconsistencia en los números de víctimas que se han dado demuestra la falta de control, tanto de la administración como de las empresas mineras, de las labores de minería", critica Eliaçik. El opositor Partido Popular Republicano (CHP) señaló, el martes por la tarde, que hacía sólo dos semanas el Parlamento había rechazado una moción para revisar las medidas de seguridad en las minas de Manisa.De acuerdo a datos publicados por CNNTürk, más de 3.000 mineros han muerto en accidentes laborales desde el año 1941. En ese mismo periodo, la cifra de heridos en esos incidentes supera los 100.000. Las denuncias por las malas condiciones laborales en el sector minero, así como los pírricos salarios, son recurrentes. Turquía es el tercer país del mundo en cuanto a accidentes laborales se trata.
Los sindicatos denuncian a menudo la falta de supervisión de las actividades mineras, especialmente la subcontratación de empleados sin experiencia. No muy lejos permanece, en el recuerdo, el terrible accidente de una mina de carbón en la provincia norteña de Zonguldak, otra en la que predominan las explotaciones mineras.
El 17 de mayo de 2010, 30 trabajadores perecieron allí por la inflamación de grisú. El trance fue especialmente polémico porque, tras el suceso, el ministro de entonces de Seguridad Social y Laboral, Ömer Dinçer, aseguró que algunos de los fallecidos habían muerto "bellamente", pues no tenían quemaduras. Erdogan acrecentó la indignación al indicar que la muerte era, "desgraciadamente", el destino de los mineros.
"La semana pasada, durante un simposio sobre salud y seguridad ocupacional, el ministro de Trabajo se mostró orgulloso del 'progreso' alcanzado", remacha Kivanç Eliaçik. Al cierre de esta edición, numerosos ciudadanos turcos, a través de las redes sociales, se están convocando para protestar en diversas ciudades del país contra la falta de controles de seguridad en las minas.
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