lunes, 28 de febrero de 2011

Un policía encarcelado por violar a una prostituta en el polígono Marconi


CRUZ MORCILLO / MADRID
Día 28/02/2011

Se llama Víctor M., tiene 30 años y es policía nacional. En solo unas horas pasó de defensor de la ley a perseguido y encarcelado. El viernes, 18, fue detenido por violar a una prostituta de Sierra Leona en el polígono industrial Marconi de Villaverde.
DANIEL G. LÓPEZ
En Marconi se prostituyen mujeres africanas, europeas y suramericanas

Los hechos sucedieron la noche anterior. Víctor M., que estaba destinado en Estupefacientes, en la Brigada de Policía Judicial de Madrid, se dirigió desde su casa de Parla a la colonia Marconi en su coche particular. A la altura de la calle Bascuñuelos se detuvo junto a una prostituta negra. A continuación llegó un coche de la Policía Municipal, él se identificó como agente, les explicó que estaba trabajando y que iba a llevar a la chica a comisaría porque se encontraba en situación irregular. Les preguntó si tenían unas bridas y los funcionarios le prestaron un par que guardaban en el coche oficial. Uno de ellos le ofreció ayuda. «No, no os preocupéis. La chica parece que está tranquila. Lo tengo todo controlado», fue su respuesta mientras les dio las gracias y se despidió.

A continuación, y según consta en la denuncia que presentó la mujer en la comisaría de Getafe, Víctor M. se identificó como policía y pidió la documentación a la prostituta. Luego le ordenó que subiera a su coche para llevarla detenida a dependencias policiales. Ella no entendía nada e insistió al agente en que se encontraba en situación legal en España. El policía se dirigió desde la calle Bascuñuelos hasta la siguiente rotonda amenazándola. «Si eres buena conmigo, yo lo seré contigo», contó la chica más tarde que le dijo él varias veces, según explicaron fuentes judiciales. Pero no era bondad lo que buscaba el funcionario, sino sexo gratis y forzoso.
Como a un animal

Allí mismo en su vehículo particular, tal y como luego se comprobó, violó a la víctima antes de abandonarla completamente desnuda en la cuneta como a un animal, en la oscuridad y el frío intenso que esa noche hacía.

Cuando acabó, el individuo escapó de allí a toda prisa, con las ropas de la mujer en el asiento, que fue tirando desde la ventanilla del coche, según grabaron varias cámaras de seguridad del polígono, que registraron además la matrícula del turismo.

La víctima agredida, engañada, humillada y sin absolutamente nada para cubrirse salió corriendo desamparada en busca de auxilio. Un taxista se compadeció de ella y detuvo su coche. La mujer le contó lo que le había ocurrido y le pidió que la llevara a una calle próxima donde ejercen la prostitución unas compañeras, en el entorno de la calle Ezequiel con la avenida Real de Pinto, también en el polígono Marconi.

De forma paralela, casi al tiempo, en las dependencias de la Policía Municipal del distrito se recibió un aviso de que se había producido un robo con violencia en el polígono Marconi. La misma pareja de agentes locales que había proporcionado las bridas al policía-delincuente se dirigió hasta la zona donde se cruzó con el taxi que trasladaba a la víctima hasta la comisaría de Getafe. En un momento dado, ambos coches se detuvieron y los policías se dieron cuenta de que la chica que viajaba en ese taxi, deshecha y aún semidesnuda, era la misma a la que supuestamente iba a detener Víctor M. poco antes.

Mientras la mujer presentaba denuncia en la comisaría getafense, donde fue requerido un forense que constató que había sido violada, los policías municipales acudieron a la de Usera-Villaverde. Allí entregaron una minuta con la versión de los hechos que ellos habían presenciado (contaron el encuentro con el otro policía, la entrega que le hicieron de unos lazos y el argumento que éste utilizó para pedírselos).

Poco después, los responsables de ambas comisarías dieron cuenta a sus superiores de la truculenta historia y comenzó la investigación. Eso fue en la madrugada del jueves al viernes. Sin ningún empacho, mientras los médicos reconocían a la mujer en el hospital, Víctor M. se presentó en su puesto de trabajo en la Jefatura Superior de Policía como si nada hubiera ocurrido, sintiéndose invulnerable. Una sensación fugaz porque a primera hora de la mañana sus propios compañeros le detuvieron en su puesto de la Brigada. No solo no asumió los hechos, sino que solicitó el «habeas corpus» para no tener que dar cuenta a los investigadores y ser puesto a disposición judicial.

El Juzgado de Instrucción número 47 de Madrid se hizo cargo del caso. El domingo el juez le envió a prisión por agresión sexual e ingresó en la cárcel de Estremera, que cuenta con un módulo para miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. El martes pasado fue conducido de nuevo ante el juez que ratificó la prisión.

Linda, que ejerce en Marconi, es de Sierra Leona. Se enteró de lo que le ocurrió a su compatriota a la que no han vuelto a ver por allí. «No salimos del polígono por seguridad. Aquí también hay crisis, algunos intentan irse sin pagar y muchos quieren hacerlo sin cuero (preservativo)». Betty, nigeriana, calla. Todas dicen que tienen papeles, pero no explican cuáles. La ley del silencio es la de la calle y el policía depredador lo sabía. Nadie ve ni oye lo que no conviene, menos que nadie una prostituta africana.

1 comentario: