lunes, 2 de abril de 2012
Los diez militares pueden volver a 'vivir' casi trece años después
Más de trece años sin ver a sus familias han estado algunos de los secuestrados por las FARC que serán recuperados en Colombia. Mucha emoción en unas familias que lo han dado todo por poder ver de nuevo a sus seres más queridos. Todos ellos miembros del cuerpo de Seguridad de Colombia, hoy pueden tener la oportunidad de 'vivir' de nuevo después de estar mucho tiempo en el alambre.
El Sargento del Ejército Luis Alfredo Moreno Chagüezá fue secuestrado cuando tenía 28 años durante la toma de la base antinarcóticos de Miraflores el 3 de agosto de 1998. Hoy, después de 13 años y siete meses de su cautiverio, han muerto su abuelo, su tío y han nacido ocho sobrinos que esperan poder conocerlo. También, con 42 años, Moreno pasó de ser en estos años cabo segundo a sargento primero.
Su madre, doña Gloria Chagüeza, recuerda que a su hijo desde muy joven le gustó el Ejército y fue por ello que apenas salió del colegio Normal de Pasto, se fue a prestar servicio militar. "Tres meses después juró bandera en Ipiales. Luego se lo llevaron a la Dorada donde terminó quedándose en la carrera militar, viajaba mucho", dice doña Gloria.
Por su parte, el Sargento del Ejército Luis Arturo Arcia es uno de los dos secuestrados más antiguo del mundo. A los 27 años las Farc se lo llevaron durante la emboscada al municipio de Billar, el 3 de marzo de 1998. Durante los años de cautiverio, el sargento Arcia no ha perdido su amor por el fútbol y mucho menos por su equipo el Independiente Santafé. Su pasión por los cardenales fue conocida en una prueba de supervivencia en donde junto a las cadenas que cuelgan de su cuello, se ve un escudo del equipo bogotano. Hoy, con 41 años, la familia del sargento Arcia espera volver a escuchar sus chistes y disfrutar de la compañía de ese "pelao elegante".
Su hermano Antonio Arcia, quien desde hace 14 años no lo ve, recuerda cuando su hermano y él se divertían jugando en Chita, un poblado boyacense cerca a la Sierra Nevada del Cocuy. "Jugábamos trompo, bolas y al río más que todo, íbamos al río a nadar", dice.
La única tragedia a la que ha sobrevivido el sargento del Ejército Róbinson Salcedo Guarín no es su secuestro de 14 años. En 1985 salió ileso de la avalancha de Armero que le quitó la vida a 25 mil personas. El sargento del ejército fue secuestrado en la toma guerrillera de la base militar de Miraflores en Guaviare, el 3 de agosto de 1998. Desde entonces, prometió no cortarse el pelo hasta que fuera liberado y por eso hoy es conocido entre los secuestrados como 'el mechudo'.
Su madre, doña Trinidad Guarín, lo recuerda como una persona juiciosa con la que iba a la piscina cuando estaba de permiso. En ese entonces iban con Jonathan, el hijo de Róbinson, que acaba de cumplir la mayoría de edad.
Mientras espera su regreso, doña Trinidad retiene en su mente la frase que el sargento Róbinson escribió en una de las cartas de supervivencia y que encierran la fortaleza que lo ha caracterizado durante su secuestro: "digno de admirar es aquel que habiendo tropezado la primera vez se levanta y sigue adelante".
Apenas unos días antes de que se diera la toma de Mitú en la que fue secuestrado el primero de noviembre de 1998, los papeles de traslado a otra base militar del sargento de la Policía César Augusto Lasso Monsalve estaban listos. Este uniformado nació en Manizales hace 45 años, es tecnólogo en sistemas y estudió contabilidad en el Sena. El sargento Lasso inició su carrera en la policía en 1985 y llegó a Mitú a terminar su curso de ascenso. César Augusto es otro más de los secuestrados que no pudo despedirse de un ser querido: su padre don Daniel Lasso, a quién la angustia del cautiverio de su hijo fue minando su salud, murió hace dos años de un paro respiratorio.
Su madre, doña Fabiola Monsalve, recuerda que a su hijo le encantaba bailar y la comida que ella le preparaba, por eso para cuando su hijo sea liberado le tiene listas tortas caseras, de las mismas que le mandaba por correo a cualquier lugar donde estuviera de servicio cuando el cumplía años, y la bandeja paisa que tanto le gusta.
"Hagan de cuenta que me fui de comisión y estoy demorado". Con estas palabras el intendente de la Policía Wilson Rojas Medina le pidió a su familia en una prueba de supervivencia que "gocen la vida" y no sufran por él. La demora en llegar a casa fue de doce años y ocho meses. Fue secuestrado por las Farc durante la toma a la población de Puerto Rico (Meta), el 10 de julio de 1999.
Doña Giselda Medina, madre del intendente, recuerda que lo que más le gustaba cuando estaba en la casa era la sopa de mute. "Cuando yo vea a mi hijo lo primero que voy a hacer es arrodillarme y darle gracias a Dios y abrazarlo, sentirlo y verlo. Va a ser una alegría profunda", dice.
El deterioro de la salud de la madre del sargento Jorge Humberto Romero, en poder de las Farc desde julio de 1999, en la toma de la base de Puerto Rico (Meta), comenzó el mismo día del secuestro. Desde entonces, la familia lleva estas dos cargas que tuvieron un alivio al anunciarse la liberación de Romero después de 12 años en cautiverio.
El sargento Romero tiene dos hijas. Una de ellas es Diana a quien no conoce ya que tenía sólo dos meses de nacida cuando sus padres se separaron y posteriormente estos perdieron contacto. "Una vez entró en la policía empezó a preguntar por ella. Hoy Diana tiene 26 años. Pasaron ya 19 años sin que padre e hija se conozcan y ella ahora sueña con conocerlo. Él le escribía desde el cautiverio a ella. Lamentablemente tuvo que pasar lo del secuestro, para que ellos se dieran cuenta de que se querían y se necesitaban", relató la madre de la joven María Helena Acosta.
El Sargento de la Policía Luis Alfonso Beltrán Franco junto con su compañero Luis Arturo Arcia, el sargento de la Policía lleva el desafortunado título de ser uno de los secuestrados mas antíguos del mundo. Ambos, fueron retenidos por las Farc el 3 de marzo de 1998 , durante la emboscada al municipio de Billar (Caquetá). El 'loco'como lo bautizaron sus compañeros de cautiverio por su sentido del humor y alegría, pensó en estudiar actuación, pero finalmente se decidió por la carrera militar que lo llevó por varias partes del país como Tunja, Villa de Leyva y la Escuela de Artillería en Bogotá.
Su madre, Virginia Franco, recuerda que cuando tenía permiso llegaba a su casa y la sorprendía con cosquillas o alzándola y la ayudaba con la casa. "Cuando llegaba, me decía: 'mamá, acuéstese'. Sacaba todo lo de la cocina y lavaba todo, hasta las tejas. Se ponía una pantaloneta, agarraba una escoba y a limpiar. Al otro día amanecía todo limpio y en su sitio", recuerda doña Virginia.
El Intendente de la Policía Jorge Trujillo Solarte fue secuestrado el 10 de julio de 1999, durante la toma a la estación de Policía en el municipio de Puerto Rico (Meta). Aunque los 12 años de cautiverio lo separaron de su esposa Gina y su hija Sofía, una adolescente de 13 años, espera verlo pronto para poder decir en el colegio que tiene al lado a su papá. Mientras este día llega, su foto seguirá colgado en Gamarra hasta que sea el mismo Jorge que llegue y lo baje.
Su madre, Oliva Solarte, supo gracias al exsecuestrado y actual Gobernador del Meta, Alan Jara, que su hijo era todo un campeón en comer arroz: "se come todo el que le den", dijo Jara.
El subintendente de la Policía Carlos José Duarte fue secuestrado el 10 de julio de 1999, durante la toma a la estación de Policía en el municipio de Puerto Rico (Meta). El subintendente Carlos José es oriundo de Cabuyaro (Meta), tenía 28 años cuando fue secuestrado, hoy tiene 41 años y su familia solo espera volver a verlo para recuperar el tiempo perdido. Su hija Natalia lo dejó de ver cuando tenía ocho años y Carlos Andrés, que ya no lo recuerda dado que su padre fue rapado cuando él tenía nueve meses de nacido.
Su esposa, Gloria Marín, asegura que siempre la molestan porque "su flaco" es uno de los secuestrados más "churros" que quedan en la selva. Gloria recuerda a su esposo como una persona muy simpática, con una sonrisa que cautiva.
El sargento de la Policía José Libardo Forero fue secuestrado el 10 de julio de 1999, en la toma a la estación de policía Puerto Rico (Meta). Allí se llevaron 28 policías y mataron a otros cinco. El entonces cabo de la Policía, había sido enviado de comisión a ese municipio durante seis meses y le faltaba menos de uno para volver a Villavicencio. Su esposa, Norma Trujillo, lo visitaba cada 20 días.
Su hija admite que tiene emociones encontradas ante la liberación de su padre, "es algo muy lindo pero también de mucha ansiedad de como van a ser las cosas sabiendo que uno nunca ha compartido con esa persona", afirma.
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