Es un éxito incuestionable que una organización creada hace apenas tres meses sea capaz de movilizar a decenas de miles de personas en más de 50 ciudades de España sin el apoyo de ningún partido político, de ningún sindicato, de ningún gran medio de comunicación.
Un dato esclarecedor: el 15-M sacó más gente a la calle que las manifestaciones sindicales del último 1 de mayo.
Es una buena noticia que el desencanto social se traduzca al fin en protestas pacíficas porque de lo otro, de la abnegada resignación, hace años que vamos bastante sobrados.
Es una noticia preocupante la increíble distancia que se está creando entre los políticos y el resto de los ciudadanos. El 15-M no es el único síntoma de que esta democracia está enferma, de que no podrá sobrevivir si se mantiene la injusticia, la corrupción y la impunidad. Que los políticos aparezcan en las encuestas del CIS como uno de los principales problemas del país es otra evidencia más que los partidos no deberían ignorar si no quieren que la sociedad les pase por encima.
Se equivocan los políticos que reduzcan estas protestas a un episodio violento, a un cabreo pasajero, a una estrategia de la derecha para dividir a la izquierda en las próximas elecciones o a una rabieta sin más.
Se equivocan quienes ignoran que el debate está en la Red. Pero también quienes creen que basta con que #spanishrevolution sea ‘trending topic’ en Twitter para que de verdad empiece una revolución.
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