viernes, 30 de septiembre de 2011
Asma infantil: comienza la epidemia de otoño
El otoño marca el pistoletazo de salida para la entrada de muchos virus causantes de infecciones respiratorias, entre las que las crisis asmáticas son las más peligrosas en los más pequeños. El regreso a espacios cerrados como las aulas escolares, el retorno al ejercicio físico y un ambiente más frío y húmedo contribuyen a ello. Sin embargo, esta epidemia otoñal de asma podría atajarse si en los meses estivales no se eliminaran los tratamientos de mantenimiento, tan indispensables como los que se prescriben para el control de los síntomas agudos.
Raquel Serrano | 30/09/2011 00:00
Paloma Ibáñez y Santiago Rueda insisten en que es posible prevenir las crisis de asma. (Lenda)
La vuelta al cole supone el reencuentro con los amigos, los nuevos y los antiguos profesores, los nervios, el olor a madera y papel de lápices y libros nuevos, pero también con ciertos virus responsables de la mayor parte de las infecciones respiratorios que, junto al frío y la humedad propio de los meses de otoño e invierno, son los responsables de los resfriados y de las exacerbaciones asmáticas que sufren la mayoría de los niños que padecen esta patología. A ello contribuye además el reinicio de las actividades deportivas y de educación física.
Las aulas cerradas, junto con un ambiente frío, son un buen caldo de cultivo para que los virus pululen a sus anchas y que provoquen reagudizaciones asmáticas que suelen comenzar a partir de la segunda semana del comienzo del curso escolar, coincidiendo con el inicio del otoño. El respiratorio sincicial es más frecuente en los niños más pequeños, mientras que los rinovirus afectan más a niños mayores. "No es de extrañar que el 20-25 por ciento de los ingresos hospitalarios por asma en niños se produzcan en otoño. Es lo que se conoce como epidemia de asma otoñal. En primavera se produce otro pico, pero en esta ocasión las crisis no están relacionadas con virus sino más bien con pólenes y otros alérgenos", según Paloma Ibáñez Sandín, jefe de Sección de Alergología del Hospital Infantil Niño Jesús, de Madrid.
El estudio español sobre asma 'Magic' pone de manifiesto que sólo un 13 por ciento de los niños asmáticos de entre 12 y 18 años controla su enfermedad
Falta de adherencia
La profesional, que ha participado en un encuentro sobre asma infantil realizado con la colaboración de la compañía MSD, considera que el objetivo prioritario es evitar que los niños se pongan enfermos, ya que las crisis son sinónimo de absentismo escolar y, de hecho, se pueden prevenir con las medidas terapéuticas oportunas y mantenidas.
"Un tratamiento correcto puede evitar muchas exacerbaciones", ha comentado la alergóloga, que alega que "en los meses de verano, y coincidiendo con una mejoría de la sintomatología, los padres retiran la medicación de prevención y mantenimiento, un control no menos importante que el que se prescribe en la fase aguda de la enfermedad, ya que está dirigido a evitar que el bronquio se inflame ante un ataque viral".
Esta afirmación se ve reforzada por distintos estudios epidemiológicos estadounidenses en los que se ha observado que los pacientes infantiles más susceptibles a crisis de asma son los que no tienen o no siguen tratamientos de mantenimiento del asma.
Aunque no existen datos concretos, al no haber un registro de afectados sobre la prevalencia en España del asma infantil, los profesionales estiman que ésta se sitúa en torno a un 10 por ciento de niños de entre 6 y 14 años, aunque la percepción es que el número de casos aumenta cada año. Y lo peor es que no todos los niños asmáticos tienen sus síntomas controlados, según los datos reflejados en las guías nacional e internacional de manejo del asma GEMA y GINA, que sitúan en un 46 por ciento, aproximadamente, los casos de asma mal controlada. Otro estudio multicéntrico llevado a cabo en España, el Magic, ha concluido que "únicamente el 13 por ciento de los escolares de entre 12 y 18 años tienen el asma controlado", lo que, a juicio de la especialista en alergología, pone de relieve la necesidad de informar y formar sobre esta enfermedad.
Ajustarse al perfil
En el caso concreto de la escuela, y según Santiago Rueda, neumólogo del Hospital Clínico de Madrid, "la triada formada por niños, padres y profesores es esencial para obtener un adecuado control porque un conocimiento conjunto favorece el manejo inicial ante una crisis".
Los tratamientos, tanto para la fase aguda como los de mantenimiento, deben ser siempre individualizados debido a la multitud de fenotipos, ha indicado Ibáñez. En términos generales, entre los 2 y los 14 años el estándar terapéutico se basa en corticoides inhalados, antagonistas de leucotrienos, "muy recomendados en niños, solos o combinados" y broncodilatadores. Estudios europeos han indicado que los tratados con antileucotrienos como montelukast conseguían un 53 por ciento de reducción de síntomas asmáticos, lo que se traducía en un 78 por ciento de disminución de consultas.
PROHIBIDO PROHIBIR EL EJERCICIO FÍSICO
Cerca del 90 por ciento de los niños con asma desarrollan síntomas asmáticos cuando practican deporte o ejercicio físico. Sin embargo, y a pesar de la alarma que suele acompañar a una exacerbación, "nunca se debe prohibir a un niño asmático que haga deporte. Todo lo contrario; además, que haga el que más le guste", ha señalado con rotundidad Santiago Rueda, de la Unidad de Neumología del Hospital Clínico San Carlos, de Madrid. Las exacerbaciones por ejercicio que padecen muchos de los asmáticos, y que suelen incrementarse con la llegada del curso escolar, "pueden reducirse con una tratamiento adecuado y con recomendaciones específicas sobre cómo hacer el deporte y qué deben conocer padres, profesores y niños". El tenis, el kárate y el judo son algunos de los deportes que menos síntomas producen en asmáticos, mientras que los que requieren un esfuerzo mantenido, como el atletismo, son más asmógenos. El calentamiento previo, realizar ejercicio progresivamente o enseñar al niño qué debe hacer cuando empiece a notar síntomas son algunas de las recomendaciones.
LOS OTROS ATACANTES
Los virus que afectan al aparato respiratorio son los primeros en inaugurar la "temporada de resfriados" entre los más pequeños. A partir del mes de noviembre, aproximadamente, hacen acto de presencia las bronquiolitis y catarros comunes procedentes de los virus respiratorio sincicial, en el primer caso, y de las distintas cepas de rinovirus, en el segundo. "La bronquiolitis suele afectar a menores de dos años y se caracteriza por la obstrucción por mucosidad de los bronquiolos; en algunas ocasiones, con evoluciones tórpidas. Los rinovirus son los transmisores de los resfriados, pero en niños a partir de 7 u 8 años son menos agresivos porque ya han adquirido una mayor inmunidad y los contactos son menos directos que en niños más pequeños", ha indicado a DM José Ignacio de Arana, profesor de Pediatría de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid. Tampoco hay que olvidar que entre los meses de otoño e invierno aparecen los trastornos relacionados con el virus de la gripe que, en niños sanos, no suele acarrear mayores consecuencias. De ahí que sólo se recomiende vacunar a niños con enfermedades respiratorias crónicas, como el asma. Rotavirus, adenovirus y enterovirus son los máximos responsables de los procesos diarreicos de invierno, frente a bacterias, como la salmonela, entre otras, más frecuentes en verano. "En la mayoría de los casos, estas gastroenteritis de invierno, tanto infantiles como en adultos, son banales. La aparición de la vacuna del rotavirus ha disminuido las diarreas originadas por este virus, pero tampoco de forma espectacular", ha explicado José Ignacio de Arana.
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