domingo, 11 de septiembre de 2011
Cobo toca el cielo
Juanma Trueba | 12/09/2011
Juanjo Cobo, el campeón que saca la lengua sin estar cansado, sólo por rubor, ha vuelto a nacer deportivamente a los 30 años. Su eclosión inesperada y tardía debería situarnos a partir de ahora ante un ciclista mejor y, sobre todo, más constante, aspirante a cualquier carrera. Si era confianza lo que le faltaba ya tiene lleno el depósito. Sólo necesitará digerir el triunfo y recuperar en la treintena los años perdidos. Poco importa si le engancha el éxito deportivo o el reconocimiento popular; lo trascendente es que no vuelva a perder rueda.
Echando la vista atrás, se advierten varios momentos decisivos en el desenlace de la carrera, y uno por encima de los demás. Me refiero a la etapa de La Farrapona. Esa tarde, Taaramae y De la Fuente circulaban en cabeza dispuestos a jugarse el triunfo en la cima. Tras ellos iba Juanjo Cobo, al que nadie consideraba todavía un aspirante. Nadie, excepto Matxin. En una decisión que entonces calificamos de estúpida o genial, el director del Geox renunció a la etapa e hizo que De la Fuente esperara a Cobo y tirara de él. No se puede medir el empuje que le dio su compañero, pero los 12 segundos de bonificación que ganó El Bisonte en meta han resultado un colchón fundamental. Genialidad de Matxin, por tanto, y quienes prometieron hacer el camino de Santiago con unos Geox si aquella jugada adquiría sentido tendrán que comenzar los entrenamientos (mañana empiezo).
Por lo que respecta a Sky, el equipo británico hará bien en practicar la autocrítica. En la primera etapa, la contrarreloj por equipos, una descoordinación obligó a que cuatro de sus ciclistas tuvieran que aguardar a un quinto para completar el cupo que marcaba el tiempo. Quién sabe cuánto se dejaron en la espera. Después, y esto fue más grave, faltó cintura para reconocer la fortaleza de Froome y respetar su liderato tras la crono individual.
Rendidos.
Ayer, el Sky dio por bueno el triunfo de Cobo y no quiso plantear batalla en busca de las bonificaciones. Su decisión fue tan digna como hubiera sido la contraria. Igual de honorable (o más) fue la actitud del Geox, que, en boca de Cobo y Matxin, dijo que hubiera entendido como lícito y deportivo cualquier ataque en el último día. Por suerte para ellos, no hubo sofocón inesperado, sólo paseo triunfal.
El único maillot que cambió de manos en Madrid fue el verde de los puntos, que pasó de Purito a Mollema. Resultó una lástima que alguien tan protagonista como Purito no subiera al podio, pero es un justo premio para un ciclista tan implicado como el holandés, del que oiremos hablar mucho. Más ruido aún hará el prodigio Sagan, que ayer se apuntó su tercera etapa.
Por lo demás, Moncoutié celebró su cuarto reinado de la montaña seguido, lo que le iguala con Chava Jiménez, y le sitúa a un triunfo de los cinco de Laguía. Pese a todo, el francés será más recordado como sutil cazador de etapas (cuatro en la Vuelta) que como implacable escalador.
La ceremonia en Cibeles no defraudó y estuvo realzada por la presencia del Príncipe Felipe, al que Cobo regaló el maillot rojo y sacó la lengua, aunque su Alteza, magnánimo, no se lo tuvo en cuenta.
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