viernes, 4 de marzo de 2011
La mujer más valiente de México se fuga a Estados Unidos
La mujer más valiente de México no quiere que ese sea su epitafio. Marisol Valles García, la estudiante de criminología de 20 años que el pasado mes de octubre aceptó el cargo de jefa de Policía de Práxedis G. Guerrero, un pequeño municipio cercano a Ciudad Juárez, ha puesto pies en polvorosa. Según sus familiares y el fiscal de Chihuahua, ha pedido asilo en Estados Unidos, asustada por las continuas amenazas del crimen organizado. Según funcionarios municipales, solo habría pedido una licencia para cuidar a su bebé de apenas un año. El caso es que Marisol Valles García no está dispuesta a seguir la estela de Érika Gándara o de Hermila García, dos de las mujeres que, como ella, aceptaron luchar contra el crimen en el norteño Estado de Chihuahua. Érika fue secuestrada el 26 de diciembre pasado y jamás se volvió a saber de ella. A Hermila, simplemente, la mataron a tiros.
La mujer más valiente de México
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Un día de finales de octubre de 2010, una muchacha de 20 años, aspecto frágil y un recién nacido esperando en casa, accedió a un cargo para el que ninguno de los hombres de Práxedis -un municipio de 3.400 habitantes en pleno valle de Juárez- había tenido suficientes arrestos: secretaria de Seguridad Pública. O, lo que es lo mismo, jefa de los 19 agentes de la Policía Local, nueve de ellos mujeres. Aunque los precedentes no eran los más halagüeños -el crimen organizado acababa de asesinar en un municipio vecino al comisario de policía y a su hijo-, Marisol Valles se mostró serena, anunció que no portaría armas y admitió que sí, que todo el mundo en su pueblo tenía miedo, pero que ella llegaba para cambiar las cosas: "Vamos a cambiar el miedo por seguridad".
De eso hace cuatro meses. Desde entonces, por aquellos pagos han pasado demasiados cosas... y ninguna buena. El 29 de noviembre, un comando de sicarios emboscó y ejecutó a Hermila García, la directora de Seguridad Pública del municipio de Meoqui. De 38 años, había jurado el cargo solo un mes y 10 días antes. A finales de diciembre, Érika Gándara, la única agente de policía del municipio de Guadalupe, en la línea fronteriza con Estados Unidos, fue secuestrada. Un grupo de delincuentes entró en su casa y se la llevó en volandas. Nada se ha vuelto a saber de ella. En el momento de su secuestro, Érika tenía 18 años y un amor por su trabajo difícil de explicar. Un año antes, durante la misma semana en que ella tomó posesión del cargo, un compañero suyo fue ejecutado y, a los pocos meses, otros siete renunciaron. Los pocos agentes que quedaban terminaron por pedir la baja cuando el crimen organizado asesinó al alcalde. Solo quedaba Érika...
Con tales precedentes en su entorno, no resulta extraño que Marisol Valles haya cruzado la frontera y pedido asilo en Estados Unidos. Aunque en el ayuntamiento de Práxedis lo negaron en un primer momento, Jorge González Nicolás, el fiscal del Estado de Chihuahua, confirmó finalmente el viernes que la jefa de Policía "recibió una amenaza y eso justificó que se retirara a Estados Unidos". Su caso no es el único. El mismo camino que Marisol toman cada día empresarios agobiados por el chantaje, periodistas amenazados de muerte, defensores de los derechos humanos... Pero, aun no estando sola en su huida, la renuncia de Marisol Valles es especialmente triste. Las crónicas que se escribieron sobre ella a finales de enero encerraban una buena dosis de emoción: la esperanza en México tenía nombre de mujer.
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