Hacía apenas 45 minutos que había abierto la juguetería de la esquina de Alvarez Thomas y Heredia, en el barrio porteño de Villa Ortúzar. Su dueño estaba acomodando cajas cuando un adolescente de unos 15 años entró y le preguntó por un osito de la vidriera. El comerciante fue a buscarlo, sin imaginar que todo se trataba de una trampa: cuando giró, el chico se metió detrás del mostrador y le arrancó la caja registradora. “Dame todo”, le gritó, mientras tomaba los 60 pesos que había allí .
El dueño del local no llegó a reaccionar. Sin motivo aparente, enseguida el ladrón le disparó seis veces y huyó en una moto con un cómplice.
Tres balazos dieron en el pecho del comerciante, que se arrastró hasta el negocio vecino (que vende rezagos militares) para pedir ayuda. Pero cayó en la vereda. Su empleado, que estaba en un depósito del local, llegó a la escena cuando todo había pasado. Nadie pudo ayudarlo: la víctima murió a pesar de los esfuerzos de reanimación que hicieron los médicos del SAME.
El comerciante se llamaba Leonardo, tenía 38 años, estaba casado y tenía una hija de 7. Según los vecinos, había abierto la juguetería hacía unos cuatro años pero había comentado que quería cerrarla porque no le resultaba rentable .
Todo ocurrió ayer, cerca de las 10.15. Dos adolescentes que iban de contramano en una moto por la calle Heredia se detuvieron metros antes de llegar a Alvarez Thomas. Allí hay una consigna policial, que se mueve sobre la avenida en distintas direcciones y controla unas seis esquinas.
Cuando el agente encaró para la calle Estomba y se alejó unos cien metros del local , uno de los menores bajó de la moto y entró a la juguetería. Tras simular ser un cliente y arrancar la caja del mostrador, le disparó seis veces al dueño del local. Los impactos mortales fueron en el pecho y a corta distancia, indicaron los médicos.
Mientras el joven estaba adentro de la juguetería, su cómplice dio la vuelta a la manzana con la moto y lo volvió a buscar. Así, ambos escaparon de contramano en dirección a la calle Charlone.
Según contaron fuentes policiales a Clarín , en la huida a uno de los ladrones se le cayeron el teléfono celular y el arma. “Creemos que esas dos cosas pueden ser pistas claves para dar con los asesinos. Los testigos vieron las moto pero no la identificaron por número de chapa patente, el empleado de la juguetería tampoco alcanzó a verles los rostros y no hay más testigos”, contaron los voceros.
Frente a la juguetería donde fue asesinado Leonardo, y a metros de una parrilla que queda sobre Alvarez Thomas, hay una cámara de seguridad que fue instalada recientemente por el Gobierno de la Ciudad. Sin embargo, voceros confirmaron que aún no fue conectada a la red eléctrica y, por lo tanto, de ella no se puede obtener ninguna pista.
Fuentes de la investigación confiaron además a Clarín que es probable que Leonardo haya reconocido al ladrón. “Fueron varios los vecinos que dijeron haber visto la moto y a los jóvenes por la zona en otras oportunidades. Aparentemente viven en las casas tomadas que hay en la calle Charlone, a pocas cuadras de donde ocurrió el asesinato del comerciante”, explicaron.
Los comerciantes que están sobre Alvarez Thomas aseguran que los locales de la zona sufren a menudo asaltos protagonizados por barras de chicos que se juntan en la Plaza 14 de Julio, ubicada a unos 200 metros de la avenida. Señalaron que salen a robar para después poder comprar paco. Y que consumen la droga allí mismo, a cualquier hora y a la vista de todos los vecinos.
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