domingo, 21 de junio de 2009

La atracción del diablo

La atracción del diablo
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La atracción del diablo
M. A. RUIZ COLL | ALICANTE
Apenas llevaban cuatro meses viviendo juntos. El pasado fin de semana, tras una discusión, Mario asesinó a Mari Paz, de 35 años, su compañera sentimental, asestándole dos puñaladas, una en el costado y otra en el pecho. Luego, con una escalofriante frialdad, le sacó las vísceras y, utilizando un cuchillo de cocina de grandes dimensiones, le seccionó la cabeza y los miembros, que arrojó en cuatro contenedores de basura situados a pocos metros de su piso, en Elche.
Antes de que le sorprendiera la Policía, tuvo tiempo de limpiar el zafarrancho de sangre que había montado en su casa, convertida en un patíbulo, para eliminar cualquier rastro de sangre. Al declarar ante el juez, aseguró que cometió el crimen porque su compañera le sometía a constantes vejaciones: «Se me fue la cabeza», alegó.
Pero lo cierto es que hace dos décadas, a comienzos de los 90, este sujeto ya había sido detenido por el homicidio, en grado de tentativa, de su anterior pareja. Sin embargo, en aquella ocasión, no llegó a ser condenado porque la mujer retiró la denuncia.
En la violencia de género todo parece inmerso en un inmenso bucle que se repite. María Paz, la víctima número 25 de la violencia de género registrada este año en España, ya había sufrido en su piel el ser víctima de la persona con la que vives y objeto de una dominación violenta.
Antigua maltratada
Por tanto, antes de toparse con Mario, Mari Paz sabía, en primera persona, qué era ser maltratada, pues de hecho había denunciado a dos de sus anteriores parejas por agresiones. Ironías del destino, y antes de que su actual novio la asesinase y escondiera su cuerpo en la basura de una manera tan atroz, no hacía ni quince días que había acudido al juzgado a declarar cómo la pegaba uno de sus anteriores novios.
En Mari Paz se daba, por tanto, el perfil de la mujer que se siente atraída por un tipo de varón dominante en extremo. Y para cuando quería descubrir la agresividad que contenían ya era demasiado tarde. Salvó los dos primeros envites que le mandó el destino, alejándose a tiempo de ellos, pero el tercero no le dio tiempo a fintarlo.
Según la psiquiatra forense y profesora asociada de la Universidad de Alicante Mar Pastor Bravo, «la mujer maltratada a menudo llega a proteger y justificar a su agresor. En primer lugar, porque se produce una dependencia emocional muy fuerte, el maltrato psicológico va minando su autoestima de una forma muy sutil, a través de constantes desprecios y vejaciones: «no sirves para nada, ni para cuidar a tus hijos...»».
El aislamiento social también forma parte de este proceso. «El maltratador -indica Bravo- ha interiorizado los valores de supremacía del varón. Es celoso, dominante y suspicaz, malinterpreta cualquier gesto de la mujer. Se muestra posesivo e inseguro, depende de su pareja y tiene miedo a perderla. Va aislándola socialmente, no quiere que vaya con sus amigas, con su familia... va encerrándola en un círculo cada vez más estrecho».
La punta del iceberg
Una de cada tres mujeres había sufrido antes malos tratos y el 20% había denunciado previamente a su agresor, según un informe del Centro Reina Sofía. Uno de cada diez asesinos tenía una orden de alejamiento en el momento de cometer el crimen.
Estas cifras son sólo la punta del iceberg. Los tribunales españoles tramitaron el año pasado 142.125 denuncias por malos tratos en el ámbito doméstico y dictaron más de 33.500 órdenes de alejamiento para proteger a las víctimas. Una medida de protección que ha sido quebrantada por 4.129 maltratadores.
Según el último informe del Observatorio contra la Violencia de Género del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), una de cada diez mujeres retiraron posteriormente la denuncia para evitar que su pareja fuera a prisión. Aunque tras las últimas reformas legales, eso no impide que la Fiscalía siga adelante con el proceso contra el agresor.
La violencia de género puede esconder, además, un drama doméstico. Según el Centro Reina Sofía, al menos el 12 por ciento de los asesinatos de mujeres han sido perpetrados en presencia de los hijos. Una herencia envenenada con la que les tocará vivir.
Mario acabó con la vida de Mari Cruz sin que mediase la mirada de nadie, niño o adulto; un mínimo consuelo para el espeluznante final de una mujer, Mari Paz, a la que la vida no le deparó otra cosa que largos tragos de hiel.

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