lunes, 15 de junio de 2009

Los narcos matan a tres religiosos por las críticas de la Iglesia católica

JOAQUIM IBARZ | México. Corresponsal | 16/06/2009 | Actualizada a las 03:45h | Internacional

Por no callar ante los crímenes de los capos, la Iglesia católica mexicana ha entrado en la guerra contra el narcotráfico. El asesinato en el estado de Guerrero de un sacerdote y dos seminaristas parece una represalia de los carteles de la droga por las críticas de la Iglesia. Unos 300 sacerdotes han tenido que abandonar sus templos por presiones de los mafiosos; siete obispos y unos 200 curas están amenazados de muerte. Desde miles de parroquias se alienta a los laicos a denunciar a los narcos.

Un grupo de sicarios asesinó a los tres religiosos cuando viajaban en una camioneta por la región de Tierra Caliente, en Guerrero. Los agresores les hicieron bajar y después los acribillaron por la espalda. El arzobispo de Acapulco, Felipe Aguirre, admitió que el triple crimen puede ser una represalia de los capos. El prelado dijo que "los sacerdotes se convierten en rehenes en esta confrontación violenta que los carteles imponen con la ley de la selva, la ley del revólver del sangriento ajuste de cuentas".

La intimidación contra los clérigos aumentó después de que el obispo de Durango, Héctor González, reveló, "pensando en la seguridad de los sacerdotes", dónde vivía Joaquín el Chapo Guzmán, capo del poderoso cartel de Sinaloa. González dijo: "Más adelante de Guanacevi (Durango), por ahí vive el Chapo; todos lo sabemos, menos la autoridad".

Guzmán, fugado de una cárcel de máxima seguridad en el 2001, es el narco más poderoso y más buscado de México. La revista Forbes estima su fortuna en unos 800 millones de euros.

Cuando monseñor González regresaba de noche de una visita pastoral fue interceptado por unos pistoleros. "Nos pararon, gritaron que nos bajáramos, nos apuntaban con armas largas. Al decirles que éramos el párroco y el arzobispo se calmaron, se disculparon y nos dejaron seguir", explicó el prelado, quien en sus visitas a las parroquias ha tenido varios contactos con mafiosos. "Estando en el pueblo Cinco de Julio, a la hora de la comida se presentaron cuatro elementos de un comando armado que, con la mayor tranquilidad, se acercaron a compartir los alimentos. Luego asistieron a la bendición de un puente", detalla.

Tras el anuncio de Héctor González sobre el paradero del Chapo, los asesinatos aumentaron en Durango. Dos militares aparecieron sin vida con este mensaje: "Con el Chapo nunca van a poder gobiernos ni curas". La Iglesia pidió al Gobierno protección para los clérigos. "En varios estados los sacerdotes han sido intimidados y amenazados", recla-mó la arquidiócesis de México.

Más lejos fue en su denuncia el obispo de Torreón, Raúl Vera, quien dijo que el narcotráfico se ríe de la lucha del Gobierno contra esta industria porque los capos siguen teniendo apoyo político y económico. Vera consideró necesaria una verdadera limpieza en las cadenas de corrupción: "Se tiene que empezar a investigar y meter en la cárcel a gobernadores y alcaldes, porque muchos están coludidos con el crimen. Las ejecuciones muestran que el Estado no garantiza la vida".

El 24 de mayo de 1993 fue asesinado a plena luz del día el arzobispo de Guadalajara, cardenal Juan J. Posadas Ocampo. En el crimen parecen implicados narcotraficantes y altos líderes políticos, que han gozado de dieciséis años de impunidad.

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