“El pueblo ha perdido la confianza de su gobierno”. Bertolt Brecht
El próximo 2 de octubre los irlandeses están llamados por segunda vez a ratificar un pseudo acuerdo constitucional europeo, el Tratado de Lisboa. En vísperas de tan importante acontecimiento (a expensas de lo que ocurra en el Reino Unido los irlandeses serán los únicos europeos llamados a ratificar en las urnas tan crucial Tratado), cabe plantearse ciertas reflexiones sobre la naturaleza democrática o antidemocrática de la Unión Europea:
Primero: ¿Hasta qué punto el ciudadano europeo se siente partícipe de la reelección del presidente de la Comisión Europea, José Durao Barroso? ¿De alguno de sus comisarios? ¿Qué déficit democrático supone una euroburocracia sin elección directa?
Segundo: a pocos días del crucial referéndum irlandés, el Sr. Barroso ha anunciado en Dublín que la UE pagará 14,8 millones de euros para ayudar a 2.400 ex empleados irlandeses de Dell que se han quedado en el paro, disponiendo así del 9,6% del “fondo europeo de ajuste por globalización” (sic) para una población equivalente al 0,01% de los 22 millones de desempleados europeos. ¿Se están comprando votos con el dinero público?
Tercero: si los irlandeses hubieran votado “sí” en el primer referéndum, ¿hubieran tenido una segunda oportunidad los partidarios del “no”?
Cuarto: en el primer referéndum votaron “no” un porcentaje mayor de electores de los que votaron a Obama presidente de los EEUU, ¿sería planteable repetir las elecciones norteamericanas?
Quinto: los irlandeses votaron “no” al tratado de Niza en 2002. Fueron vueltos a convocar una segunda vez para que lo aprobaran. Algo parecido ocurrió con los daneses y el tratado de Maastricht; fueron convocados una segunda vez hasta que “votaron correctamente” (en insultantes palabras de un antiguo presidente de la Comisión europea). ¿En qué punto empieza el insulto a la democracia?
Sexto: ¿Quién es el constituyente de los tratados “constitucionales” europeos? ¿Reside la soberanía en los diferentes pueblos de los estados miembros? Si es así, ¿nace viciado de origen un tratado de Lisboa diseñado ex profeso para que dichos pueblos no tuvieran que ser sometidos a consulta?
Séptimo: la “Constitución europea” establecía en la práctica un presidente de la UE, un ministro de exteriores de la UE, así como ciertas normas para agilizar la toma de decisiones entre los estados miembro, sin embargo para su entrada en vigor se precisaba de la ratificación de todos sus miembros.
Al ser rechazada la Constitución en Francia y Holanda se procedió a redactar el tratado de Lisboa, que con otras palabras también establece un presidente de la UE, un ministro de exteriores (“alto representante de asuntos exteriores y de seguridad”) y un proceso de decisión equivalente al de la rechazada Constitución. En palabras del llamado “padre” de la Constitución, Valery Giscard d’Estaing, el Tratado de Lisboa es el mismo documento que la Constitución pero en otro sobre, ya que las mismas leyes que se podían aprobar mediante la Constitución serán aprobables mediante el Tratado.
¿Se está burlando el “no” de los ciudadanos franceses y holandeses? Si han dicho que “no” a una u otra fórmula franceses, holandeses e irlandeses, ¿por qué se sigue planteando que vuelvan a opinar al mismo contenido con una diferente forma? ¿Representará este presidente de la UE y su ministro de Exteriores al pueblo europeo si el tratado establece que no sean elegidos por los ciudadanos?
Octavo: el artículo 48 del Tratado, llamado “cláusula pasarela” permite, mediante acuerdo intergubernamental, añadir a la Unión nuevos poderes sin necesidad de referéndum alguno, ¿cree la UE en una sociedad post democrática dirigida por las mal llamadas élites que viven del presupuesto comunitario? ¿Será el irlandés el último referéndum de la democracia europea?
Noveno: hace unos meses, el tribunal constitucional alemán cuestionó la naturaleza democrática de la UE, frente a las normas nacionales, y sugirió en consecuencia establecer un límite a las competencias transferidas a la UE por parte de la República Federal. A la vista de la cláusula pasarela ¿qué futuro queda para el estado nación democrático?
Décimo: ¿Quién es el verdadero euro escéptico: aquél que ama a Europa, a la democracia y desea que la unidad europea se construya sobre una genuina base popular, con transparencia y donde los cargos sean elegidos y responsables frente a los ciudadanos, o aquellos que buscan construir una Europa donde sus ciudadanos nunca más volverán a ser consultados?
¿Qué significa “Nosotros, el pueblo…”?
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