jueves, 16 de septiembre de 2010

Barcelona ha multado a 60 peatones en un año

LLUÍS SIERRA / ANTÒNIA JUSTÍCIA | Barcelona | 17/09/2010 | Actualizada a las 00:36h | Ciudadanos

Susana Ortega sortea los coches parados para acceder a la otra acera. Salta al asfalto apenas a 20 metros del paso de peatones donde el semáforo en rojo obliga a detener a los mismos vehículos que sortea. Para ella, la maniobra no es gratuita: "Así voy más rápido. Si voy hasta el paso de peatones, tengo que pasar por un pasillo de motos y seguro queme lo encuentro en rojo. Y tarda bastante en ponerse en verde. Me podrían multar, pero nomearriesgo a perder el tren". La actitud que ayer mostraba Susana ante la estación de Sants no es excepcional en Barcelona. Y aunque algunos saben que pueden ser sancionados (con 30 euros), casi nadie, por no decir nadie, conoce a un peatón que haya sido multado.
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El laisser faire ha comportado cierto relajamiento del peatón a tenor de las cifras. Los datos del 2009 –los últimos de que dispone el Ayuntamiento de Barcelona– revelan que se han incrementado un 15% los accidentes de peatones que se saltaron el semáforo. También ha aumentado el número de denuncias a peatones: si en el 2009 se pusieron 163 denuncias a viandantes, en lo que se lleva del 2010 ya se han cursado 160 multas, según el mismo Ayuntamiento. Las cifras, siendo bajas, contrastan con la percepción ciudadana de impunidad e incluso con lo que afirman algunos agentes (véase la información de la página siguiente): que nunca han sancionado a un peatón ni conocen a ningún compañero que lo haya hecho.

La mayoría de las denuncias impuestas lo son por cruzar la calzada ignorando el semáforo en rojo, o hacerlo fuera del paso de peatones, y circular por el carril bici y/o permanecer en él. Un peatón puede cruzar un carril bici, pero no puede caminar por él, ni en la acera, teóricamente.

Penalizar este tipo de actitudes no es una práctica con muchos adeptos. El RACC, sin ir más lejos, apuesta más por la concienciación y la formación. "Varias ciudades han anunciado sanciones para los peatones pero ninguna de ellas ha tenido éxito. Las críticas de la población ha llevado a muchos a rebajar las acciones", explica Xavier Ruestes, director de programas de la Fundació RACC, a raíz de la campaña que ha iniciado el Ayuntamiento de Tarragona.

"Hace 40 años, un guardia urbano me quiso multar con 25 pesetas por cruzar en rojo. Le convencí de que no me la pusiera. Y hasta hoy nadie me ha vuelto a llamar la atención". Quien explica esto es Xavier, que ayer mismo, camino de la oficina, pasaba en rojo un paso de peatones, junto a otras diez personas, en la plaza Catalunya. Lo hicieron cuando ya no se aproximaba ningún coche, pero en rojo. El infractor Xavier sabe que teóricamente puede ser sancionado: "Ayer mismo, pasé un semáforo en rojo y cerca había un coche de los Mossos; pensé en que me podían decir algo, pero no ocurrió", cuenta. No conoce el importe de una posible multa actualizada en euros, y asegura: "Generalmente me paro en los semáforos, pero a veces no".

Miles de barceloneses se comportan de manera similar. Sin llegar a la temeridad, miran si vienen coches, y si aprecian que no hay peligro pasan, ya sea ante un semáforo en rojo, ya sea cruzando por un sitio no señalizado, aunque el paso de peatones esté a menos de diez metros. Ocurre a menudo junto a las paradas de autobuses y el argumento siempre es el mismo: las prisas. Lluïsa, con 69 años, y una cadera que le empieza a fallar, se lamenta: "A veces no me da tiempo". Sobre todo en tramos largos de la Diagonal, donde además tiene que salvar las calzadas laterales. "Si encima me multaran sería el colmo", dice, aunque reconoce que tendría que haber más conciencia a la hora de cruzar.

La campaña que el RACC lanzó en el 2008 con el Ayuntamiento, pintando algunos de los pasos de cebra más transitados de Barcelona con el mensaje "1 de cada 3 muertos en accidentes de tráfico iba a pie", tuvo un gran impacto en la población, que dio como resultado una bajada significativa de la accidentalidad en este segmento. Sin embargo, las cifras tienden a recuperarse a tenor de los resultados del año pasado: 285 casos de accidentes con atropellos de peatones que cruzaron la calle por un lugar inadecuado, 213 por saltarse el semáforo y 16 peatones –siete de ellos ancianos– que murieron tras ser atropellados, el 40% del total de las víctimas mortales en Barcelona.

Seguramente la Rambla es la calle donde más infracciones de peatones se comenten por minuto y ahí sí abundan los que cruzan a pocos metros de los coches, que afortunadamente suelen circulan a poca velocidad. Hace tiempo, en la calzada de sentido descendente de la Rambla se estableció la "zona 30". Se decidió tras un accidente, provocado por un peatón, en el que resultó herido un motorista, como señala Joan Estevedeordal, presidente de la asociación Barcelona Camina. Estevedeordal cree que el peatón "debe respetar los semáforos y todo el sistema de vialidad, y si no cumple, se le ha de avisar, ordenar o sancionar, pero en muchas ocasiones no tenemos las condiciones necesarias, como un tiempo semafórico suficiente, o las aceras en un estado correcto, con el mobiliario urbano y las bicicletas en su sitio". Algo que también comparte Ole Thorson, presidente de la Asociación de Prevención de Accidentes de Tráfico: "Se tiene que bajar el tiempo de los semáforos para atender mejor al peatón y que los pasos estén a nivel de la acera. Se han hecho muchas cosas al respecto, pero todo es mejorable".

El consumo de las nuevas tecnologías en formato iPod, blackberry, mp3, etcétera, también mientras se va caminando, corriendo e incluso en bicicleta por la calle, es un aspecto que preocupa y mucho por su incidencia sobre la siniestralidad. Xavier Ruestes, desde el RACC, insta a los ayuntamientos a estudiar a fondo el tema porque, como muchos, considera que son elementos claros de distracción. Todo ello, sumado, lleva a Estevedeordal a plantear un debate más amplio sobre "el peatón como elemento de movilidad, que debería tenerse en cuenta en las leyes de tráfico con sus derechos y deberes", y para ilustrarlo plantea un ejemplo: "Si dejas un saco de ruinas en la calzada, se encargarán pronto de retirarlo porque molesta a la circulación de coches; si lo dejas en la acera, aunque moleste a los peatones, puede estar días".

La política municipal respecto a los peatones infractores, como en la mayoría de las ciudades, puede considerarse de manga ancha, pero es una permisividad consciente, según portavocesmunicipales, porque se apuesta por la previa advertencia. "La Guardia Urbana suele avisar y hacer pedagogía y se denuncia la desobediencia o los comportamientos de riesgo". Entre estos destacan cruzar la calzada fuera del sitio destinado a ello, pararse perturbando la circulación o creando peligro a uno mismo o a otros, ignorar el semáforo en rojo o incluso circular por el carril bici.

La política de advertencia previa acompaña a otras medidas estructurales y con efectos a medio y largo plazo. Así, se ha incrementado la instalación de barandillas en puntos que se consideran más peligrosos (junto a paradas de tranvía, frente a centros comerciales, en esquinas con giro de circulación de riesgo...). Actualmente Barcelona ya cuenta con 3.288 metros de barandillas de protección de peatones. El incremento paulatino de zonas 30 o de tramos peatonales en calles estrechas, así como los caminos escolares, también contribuyen a una mayor seguridad del peatón.

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