jueves, 23 de septiembre de 2010

EEUU ejecuta por inyección letal a la primera mujer desde 2005


Ricard González | Washington
Actualizado jueves 23/09/2010 23:50 horas



Eran las 9:13 p. m. hora local cuando el cuerpo de Teresa Lewis dejó de respirar a causa del combinado de fármacos que le administró su verdugo en la inyección letal. En el correccional de Greensville, en Virginia, familiares de las víctimas y periodistas asistieron a la ejecución, según informó Larry Taylor, portavoz del Departamento de cárceles del estado.

De acuerdo con el testimonio de varios reporteros, Lewis parecía asustada cuando entró en la cámara de ejecución. Al preguntar si quería decir unas últimas palabras, ella respondió: "Sólo quiero que Kathy sepa que la quiero y que lo siento mucho".

Lewis se refería a Kathy Clifton, la hija de Julian, su marido, a quien ordenó asesinar junto a su hijastro, y hermano de Kathy, en 2002, tal como admitió en el juicio. Los encargados de llevar a cabo el crimen, ocurrido en el pueblo de Danville, fueron dos sicarios, uno de los cuales era amante de la mujer, de 41 años.

La presa pasó su último día en su celda sin ventanas, vigilada sólo por agentes mujeres, y acompañada de sus familiares y sus abogados. Como había solicitado, su cena consistió en dos pechugas de pollo frito, guisantes con mantequilla, soda 'Dr. Pepper', y tarta de manzana.

De nada sirvieron las apelaciones a la clemencia de sus abogados ante el Tribunal Supremo. Por su parte, el gobernador de Virginia, Bob McDonnell, también se negó a conmutar la pena de muerte por la cadena perpetua, el castigo que recibieron los sicarios que cometieron el crimen.

Las condenas de mujeres a la pena capital son poco habituales en Estados Unidos. Mientras las mujeres representan el 12% de los sospechosos de haber cometido un asesinato, sólo un 2% de los reos en el corredor de la muerte son mujeres. De hecho, en el caso de Virginia, uno de los estados que lidera el ranking en aplicación de la pena capital, la última vez que se ejecutó a una mujer fue en 1912.

El caso de Lewis ha generado una gran controversia no sólo en Virginia, sino en todo el país. Aparte de su género, la prensa estadounidense destacó su limitada capacidad intelectual, que la sitúa al borde del retardo mental. En concreto, su coeficiente intelectual era de 72, mientras que el límite para ser considerado un retrasado mental se sitúa en 70.

Además, sus defensores argumentaban que la mujer dio claras muestras de arrepentimiento en la cárcel y que fue manipulada por uno de los sicarios, que debía quedarse con una parte de los ingresos que Lewis recibiría de una agencia de seguros. En declaraciones a una cadena de Virginia, Lewis, de unas fuertes convicciones evangélicas, dijo que "tengo la esperanza de que algo cambiará, pero si he de ir junto a Jesús, sé que será lo mejor".

En total, el gobernador McDonnell recibió más de 4.000 peticiones de clemencia lo que muestra la capacidad de movilización de sus defensores, que recabaron el apoyo de algunos famosos como John Grisham y Bianca Jagger.

La popularidad del caso ha traspasado las fronteras, y el embajador de la UE en Washington solicitó a en una carta a McDonnell la suspensión de la ejecución.

Incluso el presidente iraní, Mahmud Ahmadinejad, utilizó esta semana a Lewis para señalar la hipocresía de la campaña occidental para salvar de la lapidación a Sakineh.

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