domingo, 14 de noviembre de 2010

Pistolas Táser: ¿Es mortal un disparo de 50.000 voltios?


Fueron creadas con el objetivo de protegernos, de capturar a delincuentes evitando la peor de las consecuencias que las armas habituales pueden desencadenar. Sin embargo, el uso de las denominadas pistolas Táser está envuelto en una polémica, hoy por hoy no resuelta, pues no son pocos los casos en los que se ha cruzado la muerte de los presuntos vándalos.
Se trata de armas consideradas «no letales» que lanzan una descarga de 50.000 voltios. Cuando el agente dispara a una distancia de 7,6 metros, salen dos cables que se prenden con una aguja en la ropa del individuo a detener y causa la parálisis total y momentánea de los músculos del cuerpo, aunque sigue conservando la vista, el oído y la consciencia. Una vez se deja de disparar, la persona se supone que recupera su estado normal.
Tanto voltio asusta y ha puesto en tela de juicio su empleo ante las discrepancias sobre las posibles consecuencias de su uso y sus efectos sobre la salud.
Pero el peligro no deriva del voltaje en sí, sino de los amperios, que son los que «viajan a través del cuerpo», según explican fuentes policiales. Y en este caso, el modelo más moderno, el X26, emite al cuerpo 0,0021 amperios (2,1 miliamperios). Además, el objetivo es «evitar que una persona corpulenta y alterada ponga resistencia a la hora de ser detenido». Mejor eso que pegar un tiro. Como ocurrió hace unos meses en Madrid, cuando en plena Puerta del Sol un joven de 32 años la emprendió a golpes con una patrulla de Policía, sacó un cuchillo y se abalanzó contra los municipales que tuvieron que disparar. Con tan mala suerte que un transeúnte que pasaba perdió un ojo por culpa del rebote de la bala. ¿Habría sido otro el final si en lugar de balas hubiera sido una pistola eléctrica?
No se sabe bien si es peor el remedio que la enfermedad. Fuentes policiales señalan que en personas sanas no tiene por qué modificar el ritmo cardiaco, producir fibrilaciones ventriculares o daños mayores, salvo dolor, contracciones musculares involuntarias, sensación de aturdimiento, hormigueo y de vértigo momentáneo.
Y aunque los estudios no son claros al respecto, según explica Javier Escaned, cardiólogo del Hospital Clínico San Carlos de Madrid «no es tanto el voltaje, sino la distribución de la corriente. Por ejemplo, para desfibrilar a un paciente en parada, la corriente se coloca en dos puntos para que el flujo eléctrico llegue al corazón (una pala debajo de la axila y otra en el esternón). Si lo colocas en otra zona no hace efecto. Por lo que, si no se apunta directamente, es posible que no haya peligro inminente». Algo que corrobora el especialista en arritmias del centro, Nicasio Pérez Castellano: «En teoría el riesgo no es cero, pero es posible que sea muy bajo». Ahora bien, si tiene alguna cardiopatía de base «puede producirse una arritmia, al igual que en pacientes que llevan un dispositivo en el corazón. Esta pistola paraliza los músculos, y el corazón también lo es». Escaned matiza que «la corriente del arma puede dañar estos dispositivos».

Caídas
La rigidez muscular provoca la pérdida de equilibrio y una posterior caída al suelo, sin que pueda tener actos reflejos. Así lo observaron el pasado año en un estudio llevado a cabo por William P. Bozeman de Wake Forest University Baptist Medical Center, en Winston-Salem (Estados Unidos). Se evaluaron 1.201 casos de uso de armas Táser de seis departamentos de Policía del país durante 36 meses. Pese a que más del 90 por ciento no presentó lesiones graves, hubo tres que sufrieron nefastas consecuencias. Dos fueron heridas intracraneales que les causaron la muerte por la caída tras ser sorprendidos. Y una tercera persona presentó un desgaste del tejido muscular. Este individuo se encontraba bajo los efectos de las drogas.
Para Roberto Belvis, coordinador del Servicio de Neurología de USP Dexeus de Barcelona «depende de quién recibe el disparo. El individuo perseguido suele estar bajo los efectos de alguna sustancia y se encuentra en un nivel de hiperexcitabilidad neuronal. Está más alterado y la respuesta a la descarga puede ser peligrosa». En una persona sana, el sistema está diseñado para esa parálisis muscular, «pero si es epiléptico, por ejemplo, puede sufrir una crisis. Además, generalmente los ensayos sobre efectividad se realizan en voluntarios sanos, lo cual no resulta del todo fiable», aclara Belvis. Es un daño corporal que está correctamente evaluado en las personas en las que se debe».
Por otro lado, si por cualquier circunstancia el electrodo toca el cráneo «se produce una descarga mucho más importante a nivel cerebral», dice el experto.
Para el coordinador de Neurología de Dexeus «hay que tener en cuenta también que cuando la persona está agitada suda y la electricidad se propaga más si el cuerpo está húmedo». Asimismo, se ha postulado que «las descargas pueden provocar neuropatías o enfermedades de los nervios».
En Estados Unidos no es de extrañar encontrar armas bajo la almohada. Pero no es el único. Hoy, son casi 12.000 agencias policiales de 45 países que usan más de 280.000 Táser, entre ellos Portugal, Francia, Reino Unido, Alemania y España.

Regulación
Aquí, según fuentes de la Confederación Española de Policía (CEP), «en la actualidad, ni el Cuerpo Nacional de Policía ni la Guardia Civil hacen uso de estas armas. Son las fuerzas de Seguridad y policías locales de algunas autonomías los que han ido incorporando estas herramientas en los últimos años, como Andalucía, Valencia, Madrid, Canarias, Cataluña, según un informe de Amnistía Internacional (AI), que reconoce que, aunque puede haber situaciones en las que se usen como alternativa a las convencionales, pero su empleo en la práctica ya es otra cosa.
Fuentes policiales destacan que debe hacerse un uso razonable. Y para evitar el abuso o un manejo indebido, los Táser disponen de número de serie, registro de eventos, evidencias de uso y recientemente han incorporado cámara de vídeo con audio Táser CAM.

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